La pérdida de fuerza en un lado del cuerpo o el rostro, alteración del habla y dolor de cabeza extremo son algunos de los síntomas que se pueden presentar en estas emergencias médicas. Según datos del Ministerio de Salud durante la pandemia se mantuvo entre las tres principales causas de muerte en el país.
“Los accidentes cerebro vasculares son eventos muy frecuentes, sobre todo en adultos mayores con enfermedades de base, y tienen una mortalidad elevada. Debemos tener siempre en cuenta que hasta un 90% de estos eventos se pueden prevenir, principalmente manteniendo bien controladas las enfermedades crónicas como la hipertensión, la diabetes y los problemas de colesterol. Una dieta saludable, actividad física regular y no fumar son medidas que también reducen significativamente las probabilidades de sufrir un accidente cerebro vascular”, comenta Mónica Orellana, doctora de medicina general y cirugía de Clínica Cath, especializada en el cuidado de los adultos mayores hace más de 20 años.
Orellana, explica que “Un accidente cerebro vascular puede ocurrir principalmente por dos mecanismos: una arteria se obstruye o se cierra y parte del cerebro se queda sin flujo sanguíneo, o bien, una arteria de rompe y comienza a sangrar dentro del cerebro o a su alrededor. Las consecuencias dependerán de muchos factores, sin embargo, uno de los más importantes es qué tan rápido sea el manejo; mientras más rápido se inicie el tratamiento, el paciente tiene mayores probabilidades de recuperarse”
Cómo prevenirlo y actuar con rapidez
Un ataque cerebrovascular es una emergencia médica que no solo deteriora este complejo órgano, también perjudica el funcionamiento de todo el cuerpo. La advertencia es, ante la aparición de las primeras señales, correr al servicio de urgencia más cercano dentro de las 4,5 horas de inicio de los síntomas, con el objetivo de disminuir las secuelas producto del daño neuronal.
Pero ¿cómo se previene esta enfermedad? Lo primero es conocer sus principales factores de riesgo: presión arterial alta, obesidad, diabetes o resistencia a la insulina, tabaquismo, colesterol alto, sedentarismo, alimentación poco saludable, el antecedente de arritmias cardiacas (como la fibrilación auricular) y la contaminación ambiental, aumentan la probabilidad de padecer uno.
La doctora indica que se debe llevar una dieta rica en frutas, verduras, fibra y lácteos bajos en grasa y disminuir el consumo de azúcares, carnes y granos refinados como pan o arroz blancos. Además, reducir el consumo de sal es primordial
“Se debe procurar tener actividad física regular, al menos por 30 minutos al día la mayoría de los días de la semana y evitar el consumo de tabaco. Además, mantener siempre controlada la presión arterial, los niveles de azúcar en sangre y de colesterol. Mantener controles médicos regulares es fundamental. Se requiere de un enfoque multidisciplinario y adaptado de manera individual a cada paciente para lograr el manejo efectivo de los factores de riesgo”, finaliza.